En el entorno actual de la atención médica, se gasta un porcentaje abrumador de recursos  en el tratamiento de enfermedades y sus manifestaciones asociadas.  Si bien el tratamiento de la enfermedad es una parte esencial del bienestar,  el estar sano implica mucho más que simplemente no estar enfermo.  En lugar de sólo intentar eliminar la enfermedad, lo que buscamos es un bienestar verdadero – y puede lograrse a través de una combinación de cambios positivos de vida, educación  e información, los cuales potencialmente pueden tener un impacto poderoso sobre tanto el tratamiento de las enfermedades, como la prevención de las mismas.

Con lo anterior en mente, mi objetivo es presentarte la información que en los últimos 25 años he visto es la que mayor éxito ha tenido y la que ha sido más practica, así como ayudar a guiarte para determinar cuáles opciones funcionarán para ti y cuáles no.

Si lees la literatura clásica sobre la rehabilitación pulmonar, encontrarás cientos de artículos que afirman que después de tomar parte en un programa de rehabilitación pulmonar los participantes se sienten mejor, pueden hacer más y sufren menos falta de aire.  Sin embargo, la mayoría de dichos artículos también sostienen que la rehabilitación pulmonar no mejora la función pulmonar, lo cual puede desalentar a las personas.

Aunque no estamos de acuerdo necesariamente con dichas conclusions, lo que nos dice esto es que si te sientes mejor, puedes hacer más y padeces menos falta de aire, sin que mejore la función pulmonar, tienen que existir otros factores que influyen en qué tan bien o qué tan mal respiras — factores cómo nivel de condición física, nutrición y estado emocional. Son muy buenas noticias porque son factores que sí podemos controlar.

En este capítulo, montaremos el escenario para los próximos meses, años y ojalá el resto de tu vida al identificar los principios más importantes del Bienestar Pulmonar Óptimo.

Empecemos con algunas definiciones:

Óptimo: El diccionario define “óptimo” como extraordinariamente bueno, que no puede ser mejor, lo máximo o del mayor grado o cantidad.  Suena impresionante ¿verdad?  Yo añadiría también “calidad” a dicha definición porque escucho a personas decir, una y otra vez, y tambén lo creo yo – que la calidad de vida es igualmente, si no es que más importante, que la cantidad.  Nuestra meta no es sólo que te sientas bien.  Es que te sientas maravillosamente bien y que logres el máximo nivel posible de salud, función y calidad de vida.

Pulmonar: “Pulmonar” se refiere a los pulmones y al sistema respiratorio.   Cuando le pido a las personas que califiquen lo que entienden sobre su condición o incluso lo esencial del sistema respiratorio, la mayoría responde que más o menos un 8 (en una escala de 10).   No sé tú, pero si estás viviendo con una enfermedad pulmonar crónica y sólo tienes un entendimiento de 8 del sistema respiratorio, en mi opinión representa un problema.

En un mundo ideal, cuando recibes un diagnóstico como Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC), Fibrosis Pulmonar Idiopática (FPI), Hipertensión Pulmonar (HP) o cualquier otra condición médica grave,  sería estupendo que pasaras una hora o dos con tu médico, haciendo preguntas y tomando notas sobre todas las cosas que necesitarás saber. 

Sin embargo, en el entorno actual del cuidado de la salud con un ritmo muy rápido, a menudo los médicos están tan ocupados que incluso los más atentos y cuidadosos simplemente no tienen tiempo para enseñarte todo lo que necesitas saber sobre tu enfermedad.  Lo anterior es mi otro incentivo para escribir este libro.

Bienestar: Con frecuencia, cuando buscamos atención médica nos enfocamos en exactamente lo opuesto al bienestar.  De hecho, como sociedad gastamos muchos más recursos combatiendo las enfermedades que promoviendo un bienestar verdadero.  Por lo general, cuando los pacientes reportan por primera vez sus síntomas a su médico (falta de aire, tos o no poder caminar cuesta arriba), casi siempre los tratamientos iniciales consistirán en medicamento (o más bien, medicamentos).

Sin embargo, no se da suficiente importancia a los otros factores que influyen en la respiración.  Las decisiones en cuanto a estilo de vida te hacen sentir mejor o peor dependiendo de lo que decidas hacer – o no hacer – cosas como ejercicio, comer una dieta más sana, dejar de fumar, tomar medidas para manejar el estrés y la ansiedad y prevenir las infecciones.