Nutrición

“El médico del futuro ya no tratará el cuerpo humano con medicamentos, más bien curará y prevendrá las enfermedades con la nutrición.” – Thomas Edison

Escrito con gratitud a mi coautora Meredith Liss, MA (Master of Arts, Maestría en Artes),  RDN (Registered Dietician Nutritionist, Nutrióloga Dietista Registrada), CDN (Certified Dietician Nutritionist, Nutrióloga Dietista Certificada), CDE (Certified Diabetes Educator, Educadora en Diabetes Certificada), CLT (Certified LEAP Therapist, Terapeuta en Estilo de Vida, Alimentación y Rendimiento Certificada)

El tema de la nutrición se incluirá casi invariablemente en cualquier conversación sobre la salud y el bienestar.  En el contexto de vivir bien con una enfermedad pulmonar, dicha conversación deber ser un poco (y en muchos casos, considerablemente) diferente a lo que estamos acostumbrados a escuchar (y comer).  De hecho, algunas recomendaciones dirigidas al público en general, particularmente en lo que se refiere a enfermedades cardiovasculares, diabetes y obesidad, pueden incluso entrar en contradicción directa con las necesidades de las personas que padecen enfermedades respiratorias.

Antes de empezar, entiende por favor que este capítulo no sustituye las indicaciones de tu médico o una consulta en persona con un nutriólogo. Al contrario, este capítulo es una recopilación de lo que he llegado a concluir son los principios más importantes en lo que se refiere a comer (y vivir) bien cuando se padece una enfermedad pulmonar, así como de la información que tendrá el impacto más grande en tu sistema respiratorio en particular, así como tu bienestar pulmonar en general.

Comenzaré relatándote una historia para ejemplificar muchos de los temas con respecto a la nutrición  cuando se vive con una enfermedad pulmonar.  Tal vez la conozcas.  Es una que me han estado contando pacientes desde hace años y que he escuchado antes por lo menos cien (si no es que mil) veces.

Anoche, mi esposa (o esposo o cualquier otra  persona) y yo salimos a cenar a nuestro restaurante italiano (o cualquier otro restaurante) favorito.  Cuando salimos de casa, mi respiración estaba bien y pude caminar las cinco manzanas al restaurante.  Tuve que detenerme una o dos veces para recuperar el aliento, pero pude hacerlo. 

La pasamos maravillosamente bien.  Sin embargo, después de la cena,  me costaba mucho trabajo respirar.  En realidad, después de caminar una manzana y media, me faltaba tanto el aire que tuvimos que tomar un taxi para llegar a casa.  No entiendo qué sucedió.

Pues bien, yo lo entiendo perfectamente, y es más común de lo que puedes pensar.  Cuando alguien me cuenta esta historia, tengo una serie de preguntas estándar como las siguientes:

Yo: ¿Comiste una entrada?

Paciente:  Sí.  Cóctel de camarones. 

Yo: ¿Algo más?

Paciente:  Sí.  Compartimos una orden de calamares. 

Yo:  Bien.  ¿Calamares fritos?

Paciente: ¿Se preparan de alguna otra forma?

Yo:   Yo hago las preguntas.  ¿Había pan sobre la mesa?

Paciente:  Es un restaurante italiano.  Claro que había pan.

Yo: ¿Cuántas piezas te comiste?

Paciente:  Dos, tal vez tres. 

Yo: ¿Mantequilla?

Paciente:  Aceite de oliva.

Yo: ¿Qué comiste como plato principal?

Paciente:  Pollo parmesano.

Yo:  Suena delicioso.  ¿Pasta también?

Paciente: Linguini. 

Yo: ¿Qué tipo de salsa?

Paciente:  Tomate

Yo: ¿Postre?

Paciente:  Tiramisú. 

Yo: ¿Alcohol?

Paciente:  Dos escoceses con soda.

Yo: ¿Café?

Paciente:  Capuchino.

Yo: ¿Cómo dormiste?

Paciente: ¡Terrible!  Estuve despierto toda la noche.

Yo: ¿De verdad?  ¿Por qué?

Paciente:  Primero, tuve un reflujo terrible.

Yo: ¿Luego?

Paciente:  Estuve tosiendo toda la noche. 

Yo:  Y ¿cómo te sientes hoy?

Paciente:  Agotado.

Yo: ¿Algo más?

Paciente:  Sí, estoy muy seco.

Yo: ¿Algo más?

Paciente:  Sí.  Estoy estreñido.

¿Te suena familiar? 

Como la respiración misma, el comer y la nutrición son procesos multifactoriales . La dinámica de qué, por qué y cómo comen las personas consiste en aspectos múltiples, diversos e individuales; desde físicos y fisiológicos, a intelectuales, educativos y emocionales, a económicos y logísticos, entre muchas otros factores.

Como resultado de lo anterior, debemos considerar primero el impacto que tienen los alimentos en la respiración para que puedas alimentarte de manera inteligente, sistemática y de una forma que se adapte adecuadamente a tu estilo de vida porque si no es así, probablemente no lo hagas y definitivamente no lo podrás mantener;  en cuyo caso, estas recomendaciones definitivamente no funcionarán.  Estas estrategias incluyen pensar y planear qué sucede antes, durante y después de cada alimento, durante el transcurso de un día o semana cualquiera y las semanas, meses o años por venir.

Como en el caso de la respiración, el proceso de alimentarse y nutrirse puede dividirse en procedimientos mecánicos y químicos.  Por consiguiente, creo que será útil que tengas una idea básica de la anatomía del sistema digestivo, particularmente en lo que se relaciona con la mecánica de respirar, así como la clasificación de los alimentos y sus nutrientes, en su relación con la química del cuerpo.  Al entender estos conceptos, podrás organizar tus hábitos alimenticios para maximizar tu salud respiratoria y bienestar en general.

Apostaría que la gran mayoría de las personas tienen una idea general (si no específica) sobre qué alimentos son sanos y cuáles no lo son, qué alimentos nos harán subir de peso y cuáles nos ayudan a bajar de peso; y cuáles alimentos debemos comer y cuáles debemos evitar, asícomo cuáles debemos tirar directo a la basura.

A pesar de estos conocimientos básicos, la dieta y la nutrición son de las áreas más difíciles para que las personas pongan en práctica y mantengan cambios exitosos y duraderos en sus vidas.  En el escenario de la enfermedad pulmonar, tenemos también la responsabilidad adicional de saber qué alimentos (y otros hábitos alimenticios) nos harán sentir mayor o menor falta de aire.

La nutrición es extremadamente importante, pero todavía no se comprende con claridad como elemento para vivir bien con una enfermedad pulmonar.  Aun cuando existe muchísima información sobre la nutrición en el manejo de padecimientos como enfermedades cardiovasculares, diabetes y obesidad,  se entiende mucho menos su función en lo que concierne específicamente la salud y el bienestar pulmonar.  Lo anterior es especialmente problemático ya que el qué, cuándo, por qué y cómo comemos todos tienen un impacto enorme en nuestra salud en general y en nuestra salud y bienestar respiratorios en particular.

Como probablemente ya lo sepas a estas alturas, estoy totalmente a favor del ejercicio como el cambio de conducta más importante que puedes hacer para mejorar tu salud.  Sin embargo, la nutrición está muy cerca en segundo lugar.  En muchos casos (por ejemplo, personas ya sea con mucho sobrepeso o muy bajo peso: dos escenarios muy comunes en las enfermedades respiratorias), la nutrición puede pasar a primer plano como lo más importante para tu salud.

Algunos aspectos nutricionales tendrán un impacto directo sobre nuestra respiración.  Unos se sentirán inmediatamente con una mayor falta de aire que puedes sentir después de una comida abundante (o una bebida gasificada o alcohólica). Otros tendrán un efecto indirecto o secundario, presentándose durante un período más largo, como el mayor esfuerzo para respirar después de subir de peso 25 libras transcurrido el invierno.

A la inversa, la alimentación y la nutrición afectan no sólo afectan tu respiración, sino que la respiración puede también afectar la alimentación y la nutrición. Por ejemplo, el estar excedido de peso, particularmente en el área del abdomen, puede aumentar tu falta de aire.  En este caso, con cada respiración tu cuerpo tiene que levantar esas libras de más que tienes alrededor de la cintura.  Lo anterior puede hacer más difícicl la actividad, lo que te lleva a ser más sedentario.  Como resultado de esta forma de vida sedentaria, tu cuerpo quemará menos calorías, ocasionando que subas incluso más peso (o hacer más difícil bajar de peso).

Otro ejemplo, la falta de aire puede disminuir tu apetito o reducir tu capacidad para prepararte alimentos, convirtiendo en un desafío el consumir una cantidad apropiada de calorías. Adicionalmente, muchas personas con enfermedades respiratorias son hipermetabólicas, lo que significa que queman muchas más calorías que una persona común y corriente. Este metabolismo acelerado se debe a una frecuencia mayor (piensa en la frecuencia respiratoria) y trabajo (piensa en esfuerzo o intensidad) para respirar.

Como puedes ver, los procesos de la respiración y la alimentación están muy relacionados, y como en el caso de muchos de los otros ciclos sobre los cuales hemos hablado, pueden trabajar ya sea a tu favor o en tu contra.  Mi objetivo es aclarar algo del misterio detrás de estas relaciones y aumentar tu conocimiento sobre cómo puedes ayudarte mejor a ti mismo y a tu cuerpo para aprovechar al máximo lo que consumes.

Steve Covey, autor de The Seven Habits of Highly Effective People (Los Siete Hábitos de la Gente Altamente Efectiva) tiene una gran cita: “lo principal es mantener que lo principal sea lo principal “.  Como profesionales de la salud, es imperativo que los médicos clínicos dediquen suficiente tiempo para aprender sobre sus pacientes.  Esto abarca entender los aspectos médicos de su enfermedad y conocerlos como seres humanos.  Necesitamos saber sobre sus familias, ocupaciones y hábitos personales (incluido lo que comen) para que podamos garantizar que lo principal de los pacientes continúe siendo lo principal.

Un ejemplo, en el contexto del Bienestar Pulmonar Óptimo, muchas personas no hacen suficiente ejercicio.  Otras pueden estar tomando sus medicamentos de manera incorrecta.  Para otras, la ansiedad o la depresión puede ser la limitante que más las paralice.  Sin embargo, para muchos de nuestros pacientes, la nutrición es por mucho su mayor desafío.

Al conocer meticulosamente a cada paciente, podemos enfocarnos en sus prioridades más importantes y no perder tiempo en circunstancias que no tienen que ver con ellos.  Habiendo dicho lo anterior, en la situación de la mayoría de las personas, debe incluirse definitivamente la nutrición entre una de las primeras prioridades.

Anatomía y fisiología básicas del sistema digestivo

El proceso de la digestión inicia en la boca, donde la masticación empieza mecánicamente a cortar el alimento en pedazos más pequeños. Al mismo tiempo, las enzimas en tu saliva comienzan a transformar químicamente los almidones en azúcares simples.  De la boca, el alimento pasa por el esófago, que lo transporta al estómago a través de una serie de contracciones musculares que se llaman peristalsis.

Este paso es muy importante y con frecuencia puede tener un impacto significativo en el sistema respiratorio.  El esófago se encuentra justo detrás de la tráquea, donde la epiglotis evita que el alimento entre a la tráquea cuando se traga.  Sin embargo, si la epiglotis no está funcionando correctamente, el alimento y otros contenidos digestivos (incluido el ácido estomacal) pueden entrar a la tráquea o incluso a las vías respiratorios más pequeñas y los pulmones.

Cuando entran objetos extraños al tracto respiratorio, pueden provocar inflamación u obstrucción en la faringe, laringe, tráquea, vías respiratorias y pulmones.  En el caso de una persona que ya tiene dificultad para respirar, este reflujo puede empeorar su problema respiratorio ocasionando una broncoconstricción (o broncoespasmo), una producción mayor o aspiración de moco, cuando se inhalan alimentos u otras sustancias directamente a las vías respiratorias o pulmones, con la posibilidad de provocar inflamación y/o infección.

Del esófago, el alimento viaja por el esfínter esofágico al estómago.  El estómago es un órgano hueco que mezcla el alimento con las enzimas digestivas y el ácido estomacal. El alimento se divide aún más en partículas más y más pequeñas y las proteínas se degradan para formar sus bloques de construcción, los aminoácidos.

Del estómago, el alimento viaja al intestino delgado que está formado por tres partes:  el duodeno, el yeyuno y el íleon.  En el duodeno, el alimento se mezcla con la bilis de la vesícula biliar (producida por el hígado), neutralizando el ácido estomacal y ayudando a la digestión de grasas. Las enzimas del páncreas también ayudan en la digestión de proteínas, carbohidratos y azúcares complejos.  Los nutrientes se absorben cuando pasan por el yeyuno y el íleon, incluidos la glucosa (azúcar), los ácidos grasos, las vitaminas y los minerales.  Del intestino delgado, los productos de desecho pasan al colón (intestino grueso), donde se reabsorben agua y minerales a la sangre, lo que produce heces sólidas (desechos y bacterias) para ser eliminados por el recto y el ano.

La relación entre comer y respirar

Ahora bien, hablemos de un concepto que es crucial para que comprendas cómo maximizar tu estado nutricional:  la relación entre los alimentos, el comer, la digestión y la respiración.  Como mencioné anteriormente, algunos de estos aspectos tendrán un impacto directo en tu respiración, mientras que otros tendrán un efecto más indirecto. Algunos de estos factores estarán interconectados y otros serán independientes.

Como yo lo veo, en lo que se refiere a cómo afectan y se ven afectadas por las enfermedades respiratorias, las cuestiones primarias relacionadas con la nutrición (alimentos, comer y digestión) pueden dividirse en varias categorías importantes. Abordaré cada una de ellas, una por una, y serán tú y tu equipo de salud los que decidirán cuáles son las más importantes para ti, y cuáles no te afectan.

Aspectos mecánicos de comer y respirar

Para efectos de este tema, te ayudará si piensas en el tronco superior de tu cuerpo como dos compartimentos separados, similares a una valija.  El compartimento superior, llamado tórax o cavidad torácica, aloja el corazón (dentro del mediastino) y los pulmones.  El compartimento inferior, llamado abdomen o cavidad abdominal, contiene el estómago, el hígado, la vesícula biliar, el bazo, el páncreas, los intestinos, los riñones y las glándulas suprarrenales.  Estas dos cavidades se encuentran divididas por el diafragma con forma de domo:  el músculo primario para la inhalación.

Las cavidades torácicas y abdominales tienen cada una sus propias presiones internas llamadas presiones intratorácicas e intraabdominales, respectivamente.  Empero, aunque son entidades separadas, las presiones intratorácicas e intraabdominales están íntimamente relacionadas y pueden afectar la una a la otra.  Si sube la presión en una de las cavidades, puede subir también en la otra (y viceversa).

Repito, pensemos en nuestra analogía de la valija en la que un lado es el tórax y el otro, el abdomen.  Si llenas demasiado el lado torácico (como en el caso del enfisema), los pulmones hiperinsuflados (demasiado llenos) presionan hacia abajo, comprimiendo el diafragma y el contenido abdominal, lo que aumenta la presión en el lado del abdomen.  Si llenas demasiado el lado abdominal (como en el caso de un alimento vasto, estreñimiento o distensión abdominal), el contenido abdominal presionará hacia arriba, resistiendo la excursión diafragmática y la expansión pulmonar, aumentando la presión en el lado torácico.

Ahora bien, aquí es donde las cosas se ponen interesantes.  El diafragma con forma de domo se encuentra entre el tórax y el abdomen, justo abajo de los pulmones en el tórax y arriba del estómago y los intestinos en el abdomen.  Cuando inhalas, el diafragma se contrae hacia abajo, creando una presión negativa en el tórax.  Esta presión negativa es la que hace que el aire entre y llene los pulmones.

Cuando aumenta la presión en la cavidad abdominal (como ejemplo, después de un alimento abundante o una distensión abdominal por gas), hay una resistencia mayor a la contracción hacia abajo del diafragma.  Esto pone al diafragma en una desventaja mecánica significativa haciendo más difícil la contracción diafragmática y provocando que sientas una falta de aire mayor.

Además, puede ser que los pulmones se vean empujados hacia arriba y comprimidos, lo que reduce aún más la cantidad de aire que se puede inhalar con cada respiración.  En el esfuerzo para compensar este volumen reducido de aire, te ves obligado a respirar con mayor rapidez y más superficialmente, esforzándote más en cada respiración.  Si recuerdas lo comentado en capítulos anteriores, entre más esfuerzo hagas para respirar, más se estrechan las vías respiratorias, se colapsan los alvéolos y queda aire atrapado, por lo cual te cuesta todavía más trabajo respirar y sientes mayor falta de aire.

Con todo, tenemos aquí un punto para digerir (juego de palabras con toda intención).  No importa si la obstrucción se debe a algo sólido, líquido o gaseoso:  lleno es lleno.  Esto significa que debes prestar atención a la cantidad de alimento sólido que consumes, la cantidad de líquido que bebes y la cantidad de gas que tragas (o produces).   Una forma en la que puede suceder lo anterior es cuando accidentalmente ingieres aire cuando comes.  Sin embargo, si sentirte lleno y con distensión abdominal es un problema para ti, debes pensar en limitar la cantidad que consumes de bebidas carbonadas, así como alimentos sólidos y líquidos que se sabe producen gas.

Aspectos químicos de comer y respirar

Es importante darse cuenta qué no todos los alimentos son iguales en lo que se refiere a su impacto químico en la respiración.  Cada tipo de alimento tiene una carga química específica.  En particular, es esencial saber que gramo por gramo el metabolismo de los carbohidratos produce más dióxido de carbono (CO2) que el metabolismo de la proteína o la grasa.  Es por ello qué los alimentos con un contenido alto de carbohidratos pueden representar un problema para las personas con un padecimiento pulmonar.  Dependiendo del tamaño de la comida, la cantidad de carbohidratos y la gravedad de tu enfermedad, los resultados pueden variar desde un malestar leve hasta una dificultad respiratoria aguda.

El Cociente Respiratorio (CR) o Coeficiente Respiratorio es la relación entre la cantidad de dióxido de carbono que produce el cuerpo y la cantidad de oxígeno que se consume durante el metabolismo de los alimentos.  Los carbohidratos tienen un CR de 1.0.  Las proteínas tienen un CR de 0.8 y la grasa tiene un CR de 0.7.  En otras palabras, si comes un gramo de proteína, tu CR de 0.8 produciría sólo el 80% del dióxido de carbono que produciría 1 gramo de carbohidratos. Si comes 1 gramo de grasa, tu CR es de 0.7 que produciría sólo el 70% del dióxido de carbono que produciría 1 gramo de carbohidratos.  En otras palabras, una comida con un nivel alto de carbohidratos puede generar una carga de trabajo significativamente mayor sobre el sistema respiratorio debido a los niveles más elevados de CO2 en la sangre.

De tal suerte que con cada hebra de espagueti que comas (exagero un poco), los receptores químicos envían un mensaje a tu cerebro que el nivel de CO2 en tu sangre está elevado, lo cual podrás recordar es uno de los estímulos principales de la respiración. Cuando suben los niveles de CO2 en tu sangre, el cerebro envía impulsos químicos indicándole a tu sistema respiratorio que respire con mayor rapidez, profundidad y fuerza, lo que aumenta todavía más el trabajo de respirar y tu falta de aire.

Metabolismo:  el alimento como combustible

El metabolismo consiste en una serie de procesos y reacciones quimícas que mantienen la vida y que se llevan a cabo en cada célula de nuestros cuerpos.  Entre ellos, se encuentran el proceso de la digestión:  la descomposición de los alimentos en sus componentes nutritivos para liberar y aportar energía y otras sustancias esenciales para sostener todas las estructuras y funciones corporales.

De la misma manera que un automóvil necesita reabastecerse de combustible cada cierto número de millas, necesitamos aportar a nuestro cuerpo de manera continua los nutrientes necesarios con base en las demandas metabólicas de nuestras actividades cotidianas y uso individual de energía.  Dicho de la manera más sencilla, comemos con el fin de abastecer energía para que nuestros cuerpos desempeñen todas las funciones del metabolismo.

 

Valor nutritivo de los alimentos

Además del efecto de los alimentos en la respiración, es importante tomar en cuenta que no todos son todos iguales.  Desde la perspectiva de un valor nutritivo, puede resultar útil ampliar nuestra analogía sobre el automóvil.  De la misma forma en que hay diferentes octanajes de gasolina que pueden ya sea mejorar o dificultar el rendimiento de tu vehículo, existen alimentos que pueden afectar similarmente nuestro funcionamiento.  Entre mayor sea la calidad de los nutrientes (alimentos) que consumamos, los mismos pueden usarse de manera más eficaz y puedes esperar un “desempeño” mejor de tu cuerpo en cuanto a más energía y tolerancia a la actividad, y finalmente, una falta de aire menor.

¿Qué debemos comer?

La Harvard School of Public Health (Escuela de Salud Pública de Harvard) creó el Healthy Eating Plate (Plato para Comer Saludable) y la Healthy Eating Pyramid (Pirámide del Buen Comer)En lugar de concentrarnos sólo en la cantidad que comemos, el Healthy Eating Plate de Harvard otorga la misma importancia – si no es que mayor – a la calidad de los alimentos.  Además, la Healthy Eating Pyramid incluye en sus principios básicos hacer ejercicio todos los días y controlar el peso, que son dos áreas de particular importancia para las personas que padecen una enfermedad pulmonar.

De acuerdo con el grupo de Harvard, la mitad de tu plato debe incluir frutas y vegetales.  Un cuarto de tu plato debe contener granos integrales (no cualesquiera granos), y el cuarto restante debe incluir proteína saludable.  Recomiendan también emplear grasas y aceites saludables y tomar agua en abundancia, así como café o té, con un máximo de 1 ó 2 porciones de leche y lácteos al día. 

Por favor recuerda que, como en el caso de todos los otros temas que abordamos, existen precauciones y excepciones a todas las recomendaciones y sugerencias que se presentan en este texto, y que debe tomarse en cuenta la situación de cada persona.  Muchos factores determinarán qué y cómo debes comer, incluidos tu edad, género, nivel de actividad, condición o condiciones médicas y medicamento(s).  Por este motivo, en lugar de darte recomendaciones exactas sobre cantidades y alimentos específicos, presentaré algunos principios generales que puedes explorar con más detalle con tu médico, nutriólogo y cualquier otro integrante de tu equipo de salud.  Este es el vínculo para la Healthy Eating Pyramid de Harvard:

http://www.hsph.harvard.edu/nutritionsource/healthy-eating-plate

Frutas y vegetales (½ plato)

Las frutas y los vegetales tienen un contenido alto de un gran número de nutrientes esenciales y son bajos en grasa, sodio y calorías.  Asimismo, tienen cero colesterol.  Comer una dieta rica en frutas y vegetales está relacionada con una función pulmonar mejor y un riesgo menor de enfermedad cardiovascular (p.ej. hipertensión, infarto, accidente cerebrovascular), obesidad, diabetes tipo 2, osteoporosis, y puede proteger también contra de ciertos tipos de cáncer. Las frutas y los vegetales asimismo tienen un contenido alto de fibra, que reduce el colesterol y ayuda a tener una función intestinal sana.  No existe una sola fruta o vegetal que contenga todos los nutrientes que necesitas, por lo que intenta comer una variedad amplia para maximizar tu beneficio nutritivo.

Si bien el sistema de Harvard sugiere una combinación de frutas y vegetales para la mitad de tu plato, es preferible – particularmente para los pacientes con padecimientos pulmonares – concentrarse en vegetales sin almidón (o sea, bajos en carbohidratos), y agrupar los vegetales con almidón (es decir, contenido alto de carbohidratos) con la ración de granos en el plato.

Entre los vegetales sin almidón se encuentran (pero no se limitan a) vegetales de hoja verde como rúcula, col rizada, espinacas, acelgas y berros; así como alcachofas, espárragos, broccoli, coles de Bruselas, zanahorias, coliflor, apio, pepinos, berenjena, ajo, jícama, poro, hongos, okra, cebollas, pimientos, rábanos, repollo rojo, cebollín, guisantes de nieve, tomates, calabaza amarilla y calabacines. Muchos de estos vegetales pueden comerse crudos o cocidos.

Cuando hablamos de fruta, nos referimos a fruta fresca o congelada (no jugo ni fruta seca ya que tienen un contenido alto de carbohidratos o sea azúcares) y debemos limitarnos a dos o tres porciones al día.  Estos son algunos ejemplos de una porción de fruta: una manzana pequeña, ½ plátano mediano, ¾ de taza de zarzamoras, ¾ de taza de moras azules, 15 uvas, ½ mango, 1 taza de melón, una naranja, una pera, un durazno pequeño, ¾ de taza de piña, 2 ciruelas pequeñas, 1 taza de frambuesas y 1¼ de taza de fresas.  Entre mayor variedad, más sano.  Repito, pero no comas más de dos o tres porciones al día.

Granos Integrales (¼ de plato)

Los granos pueden dividirse en granos integrales y granos refinados o procesados.  Los granos integrales contienen el grano integral (salvado, germen, endospermo), más fibra dietética.  Los granos refinados se muelen para quitar el grano y el germen, lo que les da una textura más fina y prolonga su vida en el anaquel.  Sin embargo, el proceso de refinado elimina también la fibra dietética, el hierro y muchas vitaminas B – en otras palabras, la mayor parte de las cosas buenas.

Los granos integrales tienen un contenido alto de muchos nutrientes esenciales, incluidos fibra dietética, vitaminas B (tiamina, riboflavina, niacina y ácido fólico) y minerales (hierro, magnesio y selenio). Comer una dieta rica en granos integrales puede bajar el nivel de colesterol, reduciendo el riesgo de una enfermedad cardiovascular, estabilizando el azúcar en la sangre y bajando el riesgo de una diabetes tipo 2 y obesidad.  Una dieta alta en fibra también ayuda a tener una función intestinal sana y puede ayudar a prevenir coágulos sanguíneos, una causa conocida de infartos y accidentes cerebrovasculares. Cuando sea posible, elige granos integrales y productos de granos integrales en lugar de granos procesados con el fin de obtener el máximo beneficio nutritivo

Entre los granos integrales se encuentran el trigo integral (pan, cereal, pasta), centeno, cebada y bulgur, así como granos integrales libres de gluten como trigo sarraceno, mijo, avena cortada en acero, quinoa y arroz integral. Se elaboran muchos productos con granos refinados como harina blanca, pan blanco y arroz blanco.  A los granos “enriquecidos” se les reincorporan algunas de las vitaminas B (tiamina, riboflavina, niacina y ácido fólico) y hierro, pero no son tan saludables como los granos integrales.

Cuando asignan una cuarta parte de su plato para granos integrales, los pacientes con padecimientos pulmonares deben elegir ya sea entre una porción de granos integrales o una porción de vegetales con almidón, no ambos.  Por ejemplo:  arroz integral o pasta de trigo integral o papas o maíz, y no todos los arriba mencionados.

Proteína sana (¼ de plato)

La proteína puede provenir tanto de fuentes animales como de plantas y es esencial para la conformación de huesos, músculos, cartílago, piel, cabello y sangre, así como enzimas, hormonas y vitaminas, particularmente las vitaminas B.  Las proteínas tienen también un contenido alto de hierro, que es crucial en el transporte del oxígeno en la sangre; magnesio, que es esencial para hacer hueso y liberar energía de los músculos; y zinc, que es importante para impulsar numerosas reacciones bioquímicas y fortalecer la función inmunológica.

Si bien la proteína es esencial para una dieta sana, algunos alimentos altos en proteína son más sanos que otros, por lo que elige tus fuentes de proteína sabiamente.  Muchos alimentos con un contenido alto de proteína (particularmente proteína de fuentes animales) contienen también niveles elevados de sodio y/o grasas saturadas (que no son sanas). Por ejemplo, si bien tiene un contenido alto de proteína, la carne roja puede contener niveles elevados de tanto sodio como de grasa saturada.  Las carnes procesadas (p. ej.  tocino, salchicha, carnes frías) son famosas por su contenido alto de sodio y otras sustancias químicas que se relacionan frecuentemente con la inflamación y otras enfermedades crónicas.

Por lo tanto, es preferible elegir proteínas saludables como la carne orgánica de res alimentada con pasto (con menor contenido de grasa saturada que la carne de res alimentada con granos), huevos orgánicos, aves de corral sin piel y pescado salvaje, y limitar el consumo de productos cárnicos procesados.

Cuando se trata de pescado, asegúrate de incluir siquiera dos alimentos con pescados grasos de agua fría como salmón, sardinas, arenques o caballa (macarela) para obtener los beneficios antiinflamatorios de los ácidos grasos omega-3.  Puedes obtener proteína también de fuentes no animales como son las leguminosas (p. ej.  garbanzos, frijoles negros, lentejas), tofu, tempeh, seitán, nueces o semillas sin sal y mantequillas de nueces (cacahuate, nuez de la India y almendra).

Grasas y aceites saludables

Si bien con frecuencia se piensa que las grasas y los aceites son el enemigo y que causan obesidad, enfermedades cardiacas y una serie de otros problemas de salud, este no es el caso.  En realidad, las grasas saludables son cardioprotectoras lo que significa que protegen al corazón de la arterioesclerosis y enfermedades coronarias. Debido a su contenido alto de calorías, los aceites saludables son de gran beneficio para los pacientes a quienes se les dificulta subir de peso o mantener su peso.

Las grasas pueden clasificarse en cuatro categorías principales: grasa saturada, grasa poliinsaturada, grasa monoinsaturada y ácidos trans grasos.

La grasa saturada puede elevar el colesterol en tu sangre, un riesgo conocido de enfermedades del corazón. Por lo tanto, definitivamente deseas limitar el consumo de grasa saturada en tu dieta comiendo menos mantequilla, quesos con un contenido alto de grasa, piel de aves de corral, carne de res alimentada con granos convencionales y cualesquiera productos elaborados con aceite de semilla de palma.

Las grasas poliinsaturadas incluyen tanto ácidos grasos omega-6 como ácidos grasos omega-3.    Ambos son esenciales para nuestra dieta. Empero, es importante mantener la relación correcta entre las grasas omega-6 y las grasas omega-3. La dieta estadounidense contiene demasiados ácidos grasos omega-6 porque una gran parte de los alimentos procesados se elaboran con aceites vegetales derivados del maíz, semilla de algodón, cártamo, girasol, soja y “aceites vegetales mixtos”. 

Aun así, las necesitamos en nuestra dieta, pero cuando se consumen en exceso, las grasas omega-6 pueden producir o aumentar una inflamación.  Si bien esto puede ser bueno cuando uno está enfermo o se lesiona, la inflamación se relaciona con un riesgo mayor de enfermedades cardiacas, diabetes, artritis, osteoporosis, cáncer y enfermedades respiratorias.  Por todos estos motivos, se recomienda que incrementemos nuestro consumo de ácidos grasos omega-3 antiinflamatorios y limitemos nuestro consumo de ácidos grasos omega 6 que causan inflamación.

Como mencioné, las fuentes principales de ácidos grasos omega- 3 son los peces de agua fría como salmón, sardinas, arenques o caballa (macarela).  Si no te agrada comer pescado, puedes recibir tus grasas omega-3 de fuentes de tierra como nueces, linaza molida, semillas de chía, semillas de cáñamo, aceite de canola y vegetales de hoja verde.  Puedes pensar también en tomar un suplemento, tema que abordaremos más adelante en este capítulo.

Cuando se trata de grasas y aceites, lo más importante es disfrutar comer alimentos ricos en grasas monoinsaturadas como aguacates, nueces sin sal, mantequillas de nueces, semillas, aceitunas y aceite de oliva.

Por último, las grasas trans o los ácidos grasos trans son elaborados por el hombre.  Sin embargo, a partir del 15 de junio de 2015 ya no forman parte de la Safe List  (Lista de Alimentos Seguros) de la Administración de Alimentos y Medicamentos (N. de T: de Estados Unidos de Norteamérica (FDA por sus siglas en inglés) y deben evitarse a toda costa.  Las grasas trans pueden encontrarse en alimentos como la margarina, alimentos comerciales fritos y productos horneados elaborados con ya sea manteca o aceites vegetales hidrogenados

Productos lácteos y la salud ósea

Los productos lácteos son una buena fuente de calcio, vitamina D y potasio, y el yogur es una fuente excelente de probióticos, los cuales son benéficos para la salud digestiva. Sé estomacalmente (uso esta palabra con toda intención) que los probióticos y la salud general de nuestro estómago también desempeñan un papel clave para reducir la inflamación y fortalecer la función de nuestro sistema inmune.  Sin embargo, de acuerdo con el grupo de Harvard, si bien el calcio es importante para construir y mantener los huesos saludables, hay otras fuentes que podrían ser más sanas y provocar menos riesgos de salud conexos.  Si decides consumir productos lácteos, reemplaza la leche entera, el yogur y el queso con productos bajos en grasa o sin grasa, y limita su consumo a dos o tres porciones al día.

Si tomas o has tomados esteroides, tal vez tengas un riesgo mayor de pérdida de hueso (por ejemplo:  osteopenia y osteoporosis).  Por lo tanto, es importante que prestes atención a tu consumo de calcio y vitamina D (que ayuda a absorber el calcio) y de magnesio (para evitar cualquier efecto negativo secundario del calcio).

Entre los alimentos ricos en calcio se encuentran las verduras de hojas verdes oscuras, sardinas en lata con huesos, salmón en lata, frijoles, yogur, leche de vaca, queso, leches de nueces fortificadas con calcio y tofu firme.  Los adultos entre los 19 y 50 años requieren 1000 mg al día.  Cuando las mujeres cumplen 50 años y los hombres 70, requieren 1200 mg al día.

Los alimentos ricos en vitamina D incluyen salmón, atún, sardinas, huevos, leche fortificada y yogur.  Los alimentos ricos en magnesio incluyen espinacas, frijoles negros, calabaza, semillas de calabaza, almendras, nueces de la India, leche de soja, mantequilla de cacahuate, aguacates, pan de grano integral, arroz integral, yogur, salmón y leche.

Productos Lácteos y producción de moco

Desde que recuerdo se ha dicho que los productos lácteos aumentan la producción de moco.  No voy a expresar una opinión a favor o en contra de lo anterior.  No obstante, te recordaré que todos somos diferentes.  De tal suerte, si tú sientes que dichos productos aumentan la producción de moco en ti, evita consumirlos.

Empero, muchas personas que padecen EPOC y otras condiciones en las cuales la producción de moco es un problema si pueden tolerar algunos productos lácteos.  Si deseas incorporar dichos productos a tu dieta, yo no me limitaría a aceptar simplemente el hecho que no puedes hacerlo porque algunas personas así lo han dicho.  Esto es de particular importancia en el caso de personas que puedan ser propensas a una deficiencia de calcio o vitamina D, incluidas aquéllas que han estado tomando esteroides o necesitan más proteína debido a una pérdida o debilidad muscular.  Asimismo, no olvides los beneficios probióticos del yogur para las personas que han tomado antibióticos.

No son iguales todos los productos lácteos.  La mayoría de las personas descubren que los productos desnatados son más fáciles de digerir que los productos lácteos enteros, pero mi sugerencia sería que los pruebes si te gustan y veas como reaccionas (a menos de que seas intolerante o alérgico a la lactosa).  De igual manera, empieza lentamente.  En lugar de tomar un litro de leche, prueba un sorbo o un par de cucharadas de yogur.  Si toleras dicha cantidad, puedes ir aumentando gradualmente tu “dosis”.

Mantener un peso sano 

Mantener tu cuerpo en un peso sano es muy importante y debe incluirse como tema en cualquier conversación sobre el manejo óptimo de la enfermedad pulmonar y la salud en general.  Lo anterior incluye mantener un peso normal comparado con estar bajo o excedido de peso, así como buscar una buena composición corporal (los porcentajes y las proporciones de grasa corporal, músculo magro, hueso y agua).  Como te podrás imaginar, no es igual todo el peso corporal.

Para muchos, puede parecer que estar excedido o bajo de peso es lo mismo pero que son problemas opuestos.  Si estás excedido de peso, sólo tienes que comer menos y levantarte del sofá, y si estás bajo de peso, estoy seguro de que en algún momento has tenido que sufrir la infamia de que alguien te diga lo “afortunado” que eres porque “puedes comer todo lo que quieras y no subes de peso”.

Sin embargo, el solo hecho de bajar o subir de peso no es sencillo para nada.  En realidad, puede ser muy complejo, particularmente en el escenario de la enfermedad pulmonar.  Además, en ocasiones tu capacidad de bajar o subir de peso puede no tener relación alguna con lo que comas o no comas, o con el ejercicio que hagas o no hagas.

Por ejemplo, si alguna vez has tenido que tomar esteroides sabes que la prednisona puede ocasionar que subas de peso, particularmente en el rostro y el abdomen.  Y para aquellos que pasan gran parte del día con falta de aire, saben lo que se siente correr un maratón – ¡todos los días!  Si bien estar excedido de peso puede tener un impacto negativo importante sobre la mecánica de tu respiración y tu enfermedad, el estar bajo de peso es en muchos casos una consecuencia negativa de tu enfermedad.

Si tienes un padecimiento pulmonar y has intentado bajar o subir de peso, probablemente sepas que para hacerlo se requiere un plan viable (científico) y una muy buena dosis de fuerza de voluntad. ¿No sería grandioso que aquellos que están excedidos de peso pudieran simplemente “donar” las libras adicionales a aquellos que están bajos de peso?  Por supuesto, la situación no es siempre tan sencilla, pero permíteme que explique con más detalle.

El paciente con exceso de peso

Como mencioné anteriormente, estar excedido de peso puede tener un impacto muy negativo sobre la mecánica de tu respiración y aumentar tu esfuerzo para respirar. Empero, dependiendo de la cantidad de exceso de peso, el problema puede ser una molestia pequeña (si el exceso es de cinco o diez libras) o significar la diferencia entre la vida y la muerte.  Con frecuencia veo a pacientes con un exceso de peso de 25, 50 o incluso 100 y más libras.  Si tienes un exceso de más de 25 libras, tu prioridad sin duda es bajar de peso y sin un esfuerzo concentrado para lograrlo, será casi imposible que alcances todo tu potencial.

Además de cuánto exceso de peso estás cargando, el lugar en tu cuerpo donde se encuentra dicho exceso también puede tener un efecto significativo en tu respiración.  En particular, el exceso de peso alrededor del área abdominal hace la respiración más difícil, obligándote a levantar ese exceso de peso con cada respiración.  Tómalo como si se tratara de levantar pesas con tus músculos respiratorios. ¿Hay alguna duda sobre el motivo por el cual te sientes más fatigado?

En numerosos casos me llegan pacientes con una sensación mayor de falta de aire aunque su función pulmonar se ha mantenido estable.  De hecho, no ha cambiado mucho excepto que ahora pesan 15, 20 ó 25 libras más que la última vez que los vi. Piensa en esas libras de exceso como dos bolas de bolos (bowling) que jalan tu tórax hacia abajo cada vez que necesitas inhalar. Estar excedido de peso provoca una mayor falta de aire, poca vitalidad y una tolerancia menor a la actividad. Con frecuencia, si los pacientes logran bajar ese exceso de peso, reducen dramáticamente sus problemas para respirar.

Cuando se trata de bajar de peso, el ejercicio por sí solo no es suficiente.  El ejercicio es una parte muy importante para bajar de peso, pero la dieta es igualmente si no es que más importante.  De hecho, a menudo les digo a mis pacientes que tienen la capacidad de comer más de las calorías que pueden quemar en cualquier programa de ejercicios que les preparemos.  Las estrategias más sanas incorporarán una combinación de una dieta más sana y una actividad física mayor.

El paciente bajo de peso

El paciente bajo de peso enfrenta retos muy diferentes.  Debido al esfuerzo y la frecuencia de respiración mayores, la demanda metabólica (y calórica) puede aumentar dramáticamente.  No creo en “10 veces más que la de una persona normal” que he estado escuchando últimamente, pero la diferencia en metabolismo es significativo comparado con alguien que no está haciendo constantemente un esfuerzo para respirar.  Si la pérdida de peso es tal que la persona no tiene suficiente grasa almacenada, empezará a quemar tejido muscular para utilizarlo como combustible.  Cuando el cuerpo llega a este punto, en muchos casos el paciente está demasiado débil para llevar a cabo incluso la actividad cotidiana más sencilla.  Desafortunadamente, una vez que se llega a este punto, el pronóstico generalmente es que no se puede revertir dicho proceso.

Valor calórico de los alimentos

Desde una perspectiva calórica, tanto la proteína como los carbohidratos contienen 4 calorías por gramo, comparado con las grasas que contienen 9 calorías por gramo y el alcohol que contiene 7 calorías por gramo. Debido a lo anterior, las grasas densas en calorías (pero sanas) son amigas de una persona que desea subir de peso.  No aumentes tu consumo de alcohol como estrategia para subir de peso a menos que no planees lograr mucho.  Además de dañar tu hígado, estoy seguro de que puedes ver cómo dicha elección podría traerte toda una serie de otros problemas.

Ahora, sigamos adelante.  Una libra consiste en aproximadamente 3500 calorías.  Esto significa que para bajar o subir una libra, tienes que crear ya sea un déficit de 3500 calorías o un superávit de 3500 calorías, respectivamente.  En otras palabras, si consumo 3500 calorías menos de las que quemo, puedo esperar razonablemente que voy a bajar una libra.  Por el contrario, si consumo 3500 calorías más de las que quemo, puedo esperar que voy a subir una libra.

Por consiguiente, si tu objetivo fuera bajar una libra a la semana, necesitarías crear un déficit promedio de 500 calorías por día (7 días a la semana x 500 calorías al día = un total de 3500 calorías). Si tu objetivo fuera perder dos libras a la semana, necesitarías crear un déficit promedio de 1000 calorías al día (7 x 1000 = 7000). Esto se puede lograr ya sea quemando calorías adicionales aumentando tu ejercicio o actividad, o reduciendo tu consumo de calorías comiendo porciones más pequeñas o alimentos menos densos en calorías.  Como mencioné anteriormente, una combinación de ambos es más eficaz que cualquiera de las estrategias por si sola.

Por el contrario, si tu objetivo fuera subir una libra a la semana, tendrías que crear un superávit promedio de 500 calorías al día. Si tu objetivo fuera subir dos libras a la semana, tendrías que crear un superávit promedio de 1000 calorías al día.  En el caso de los pacientes pulmonares de ninguna manera se recomienda bajar la actividad.  Como tampoco se recomienda que aumentes las porciones de cada uno de tus alimentos (lo cual tal vez no sea ni siquiera posible).

Por todas estas razones, subir de peso es a menudo un reto mayor para las personas bajas de peso que bajar peso para las personas con exceso de peso.  Si estás bajo de peso, es crucial que utilices estrategias para aumentar tu consumo de calorías comiendo todos los alimentos densos en calorías (pero sanos) que puedas de una manera que no perjudique tu respiración.

Muchos factores intervienen en los cambios de peso y no hay valores absolutos.  Por lo tanto, en lugar de pensar que esta es una regla inquebrantable, utiliza este enfoque matemático para las calorías como una guía general.  Realiza cualesquiera ajustes que sean necesarios con base en tus propias experiencias y las recomendaciones de tu equipo de salud.

Hidratación y equilibrio de líquidos

Mantener una hidratación adecuada es importante para todos, pero es particularmente crucial para las personas con padecimientos pulmonares.  En primer lugar, cada parte del tracto respiratorio requiere humedad para realizar su función eficazmente.  Además, la hidratación es importante para adelgazar tus secreciones (moco), manteniéndolo húmedo para permitir que se expulse con mayor facilidad.  Cuando estamos deshidratados, nuestro moco se vuelve más espeso y pegajoso, haciéndolo más difícil de expulsar y volviéndote más propenso a infecciones.

Por varios motivos, a muchas personas se les dificulta estar suficientemente hidratados durante el día.  Las razones varían entre “no me gusta el agua” y “entre más bebo, más orino”, entre otras.  Si por naturaleza no eres un gran bebedor de agua, sé que no vas a aumentar tu consumo de beber cero vasos de agua a beber la cantidad “recomendada” de 8 a 10 vasos por día.  Sin embargo, intenta beber un mínimo de 4 a 5 vasos por día. Un buen indicador de que estás consumiendo suficientes líquidos es que tu orina sea transparente y sin color.  Las personas que están deshidratadas con frecuencia tienen una orina altamente concentrada, de color amarillo oscuro o turbia.

De igual manera, cuando hablamos de consumir suficientes líquidos, otras bebidas además del agua se toman en cuenta para tu objetivo general de consumir líquidos.  En realidad, si estás tratando de subir de peso, debes evitar tomar mucha agua porque te llena sin el beneficio de consumir calorías. En su lugar, opta por tomar bebidas con contenido de calorías como leche desgrasada, un licuado o una bebida de proteína con bajos o cero carbohidratos para maximizar tu consumo de calorías sin aumentar tu carga de carbohidratos.

Asimismo, no bebas líquidos antes o durante tus alimentos.  Te puedes llenar y no recibir la cantidad apropiada de calorías y nutrientes de tus alimentos.  Si tienes falta de apetito o sientes que estás lleno, puedes obtener algunos de tus líquidos a través de frutas, verduras y sopas.  Sin embargo, ten cuidado porque muchas sopas tienen un contenido alto de sodio.

En cambio, las personas que desean bajar de peso deben optar sólo por agua simple u otras bebidas sin calorías cuando sea posible.  Te sorprendería saber cuántas calorías adicionales pueden consumirse con las bebidas calóricas.  Además, tomar agua antes o durante un alimento te hará sentir más lleno, lo que te permitirá comer menos o reducir tu consumo de calorías en general.

IMPORTANTE:  Algunas personas deben tener cuidado de no consumir demasiada agua, entre ellas las que padecen una enfermedad renal (riñones), insuficiencia cardíaca o aquéllas que toman diuréticos.  Si bien es importante que dichos pacientes se mantengan hidratados, deben hablar con su médico sobre sus propios requerimientos y restricciones en cuanto a líquidos.

Alcohol

Cuando se trata de alcohol y las enfermedades cardiopulmonares hay varios puntos que debes conocer.  En primer lugar, el alcohol es un diurético suave y aumenta la producción de orina, lo que te hace orinar con mayor frecuencia.  Tiene también un impacto negativo en cuanto a líquidos, lo que significa qué si tomas el equivalente a una taza de alcohol, pierdes más de una taza de líquido. Por lo tanto, si vas a tomar alcohol, asegúrate de que estés tomando líquidos (no alcohólicos) adicionales para reemplazar aquéllos que salgan de tu organismo para evitar deshidratarte.

El alcohol deprime el sistema nervioso central lo que reduce tu ritmo cardiaco y te hace respirar de manera más lenta y superficial.  Por consiguiente, dependiendo de la condición de tus pulmones (y de cuánto bebas), el alcohol puede hacer más difícil que respires, ocasionando incluso dificultad o insuficiencia respiratoria.

Asimismo, el alcohol puede interactuar con tus medicamentos, incluidos los que requieren receta médica, medicamentos de venta libre y suplementos nutricionales, con la probabilidad de aumentar el efecto de algunos y hacer menos o nada efectivos otros.  Repito, si vas a beber alcohol, consulta con tu médico para definir si puedes hacerlo sin problema y qué cantidad.

Por último, los hombres y las mujeres metabolizan el alcohol de manera diferente.  Como regla general, los hombres deben limitar su consumo de alcohol a un máximo de dos copas al día y las mujeres no deben consumir más de una copa al día.  Ahora bien, antes de que empieces a buscar ese tarro de cerveza de 64 onzas que tenías en la universidad, una copa equivale a 5 onzas de vino, 12 onzas de cerveza o 1 ½ onzas de destilados.  (Lo siento, aficionados a los deportes). 

Comprende por favor que no estoy tratando de asustarte, ni convencerte de que te vuelvas abstemio.  No lo estoy haciendo.  Lo único que digo es que utilices el sentido común.  Ten consciencia de los efectos del alcohol en tu cuerpo, y si decides beber, la clave es la moderación

Cafeína

La cafeína estimula el sistema nervioso central, con la probabilidad de aumentar tu ritmo cardíaco, presión arterial y frecuencia respiratoria.  Lo anterior es particularmente importante para los pacientes con un padecimiento pulmonar porque sus corazones en muchos casos están trabajando más debido a la carga mayor de respirar.  Además, algunos tipos de medicamentos pulmonares, los beta-2 agonistas específicamente, pueden ser estimulantes también.  Por lo tanto, cuando se consumen ambos a la vez, te pueden hacer sentir nervioso, ansioso o con mayor falta de aire además de afectar la calidad de tu sueño.  Los estimulantes también pueden aumentar tu riesgo de arritmias cardíacas como taquicardia (ritmo cardiaco rápido) o fibrilación atrial, entre otros.

Sodio (Sal)

La sal sin refinar aporta dos elementos esenciales para la vida:  el sodio y el cloruro.  La American Heart Association recomienda 1500 miligramos de sodio (o menos) al día.  Empero, si bien el sodio es un nutriente esencial, el estadounidense promedio con frecuencia consume más del doble de dicha cantidad, y aunque aparentemente no es dañino, la mayoría de las personas no comprenden el peligro potencial de un consumo excesivo de sal.

Recuerda lo que hablamos antes sobre el tema de que el cuerpo mantenga un equilibrio.   Lo anterior es cierto con respecto a la salinidad (nivel de sodio).  Si comes demasiada sal, tu cuerpo retendrá líquidos adicionales para diluir la cantidad de sodio en tu cuerpo.  Esta retención mayor de líquidos puede ocasionar un aumento en la presión arterial, provocando que el corazón (particularmente el ventrículo izquierdo) trabaje más arduamente.  Si no se atiende, con el tiempo el ventrículo puede crecer de tamaño y grosor y requerir más oxígeno para abastecer su masa muscular más grande.

Si el ventrículo izquierdo no puede satisfacer ese exceso de demanda (sobrecarga), puede acumularse líquido en la circulación pulmonar, lo que conduce a una falta de aire mayor. Esto se conoce como insuficiencia cardíaca izquierda o congestiva.  De no controlarse, la sangre puede retroceder a través de la circulación pulmonar al lado derecho del corazón, y eventualmente acumularse en las extremidades inferiores (edema en pies).  Esto es lo que se conoce como insuficiencia cardiaca derecha.  En pocas palabras “¡mano ligera con la sal!”.

En lugar de sal, utiliza cebolla, ajo, hierbas, especias, jugos cítricos y vinagres para condimentar tus alimentos.  Experimenta con albahaca, curry, eneldo, orégano, pimentón, perejil, romero, salvia, tomillo, cúrcuma y otros condimentos sin sal.

Reduce al mínimo tu consumo de alimentos con un contenido alto de sodio como son los productos de carne, pescado o aves de corral ahumados, curados, salados o enlatados (incluidos tocino, carnes frías, jamón, salchichas, caviar y anchoas).  Opta por vegetales frescos o congelados, en lugar de enlatados (contenido alto de sodio). Escurre y enjuaga los frijoles enlatados y selecciona sopas enlatadas bajas en sodio. Asimismo, selecciona nueces y semillas sin sal.

Alergias y sensibilidades alimentarias

A menudo, las personas que tienen enfermedades respiratorias también padecen alergias alimentarias o de otro tipo que pueden tener un efecto negativo en tanto los tractos respiratorios superiores e inferiores, como en las respuestas antiinflamatorias e inmunes de tu cuerpo. Las alergias alimentarias ocurren cuando el sistema inmune de tu cuerpo sobrerreacciona a un alimento o sustancia que por error percibe como una amenaza.

Las alergias alimentarias varían desde leves hasta ser mortales (anafilaxia). La manifestación más común de alergias alimentarias es la rinitis crónica o inflamación de las membranas mucosas de la nariz, pero las alergias alimentarias también pueden afectar el sistema respiratorio provocando falta de aire, tos, opresión en la garganta o dificultad para tragar, respiración sibilante, obstrucción de las vías respiratorias e hinchazón de los labios, rostro y lengua.

Tal vez te sorprenda leer que el 90% de todas las alergias alimentarias son provocadas por 8 alimentos, entre ellos:  huevos, leche y productos lácteos, cacahuates, nueces de árbol (nueces pecanas, nueces y almendras), pescado, crustáceos (camarón, cangrejo y langosta), trigo o gluten y soja.  Las personas con alergias alimentarias específicas también pueden tener una reacción a alimentos similares o relacionados.  La gravedad de los síntomas se asocia por lo general con la cantidad de alérgenos ingeridos, pero como regla general es mejor eliminar al culpable por completo de tu dieta.

Gas y distensión

El gas y la distensión excesivos también pueden representar un problema para las personas que tienen un padecimiento respiratorio. Una vez más, piensa en todo lo que ocupa lugar en tu estómago e incrementa la presión intraabdominal.  Recuerda, a tu cuerpo no le importa si una presión mayor se debe a sólidos, líquidos o gases.  Si el gas o la distensión es un problema para ti, piensa en limitar o evitar alimentos que producen gas y bebidas carbonatadas.  Como alternativa, puedes tratar de tomar un aditivo alimentario basado en enzimas, como Beano.

¿Qué es FODMAP? 

Los trabajos de investigación han demostrado que algo conocido como la “dieta baja en FODMAP” mejora los síntomas del síndrome de colon irritable, tales como gas y distensión.    FODMAP es el acrónimo en inglés de Oligoscáridos (fructanos y galactanos) Disacáridos (lactosa) Monosacáridos (exceso de fructosa) y Polialcoholes (alcoholes de azúcar como manitol y sorbitol) Fermentables. En otras palabras, se trata de un grupo de carbohidratos de cadena corta que por lo general se absorben en el intestino delgado y que podrían ocasionar molestias si excedes tu umbral desencadenante.  Todos tenemos un umbral diferente.  Si padeces gas y distención relacionados con tu enfermedad respiratoria, una dieta baja en FODMAP puede hacerte bien, incluso si nunca te han diagnosticado el síndrome del colon irribable.  

 

Estos son algunos alimentos ricos en FODMAP cuyo consumo debe limitarse o evitarse:

Alimentos ricos en lactosa: Queso: ricotta y cottage; Bebidas:  leche de vaca, yogur, helado y natilla.

Exceso de fructosa:  Vegetalesalcachofas de Jerusalén, espárragos, guisantes, tomates deshidratados; Fruta:  manzanas, cerezas, higos, mangos, peras, sandia; Edulcorantes:  agave, miel, jarabe de maíz con alta fructosa; Alcohol:  ron.

Alimentos ricos en fructanos: Vegetales: alcachofas, ajo, poro, échalotes, cebollas, sal de cebolla/ajo en polvo; Fruta:  frutas secas, nectarinas, caquis, ciruelas, ciruelas pasas, duraznos blancos, sandía; Granos:  centeno, trigo, cebada, raíz de achicoria (inulina); Tés:  manzanilla, hinojo, oolong.

Alimentos ricos en galactanos: oleaginosas (frijoles), pistaches y nueces de la India.

Alimentos ricos en polialcoholes:  Vegetales: coliflor, maíz dulce, champiñones, chicharos; Fruta:  manzanas, albaricoques, moras, nectarinas, peras, duraznos, ciruelas, ciruelas pasas, sandía; Edulcorantes:  sorbitol, manitol, polialcohol, isomaltosa hidrogenada, xilitol (goma de mascar y mentas sin azúcar).

Si padeces los síntomas arriba descritos, consulta a un nutriólogo con experiencia en FODMAP que te ayude a diseñar una dieta baja en dichos alimentos.  Otra opción es que tu experimentes eliminando alimentos ricos en FODMAP y los vuelvas a introducir en tu dieta para encontrar tu propio umbral.

 

Fibra

La fibra es una forma de carbohidrato que regula el azúcar en la sangre, estimula el paso de los alimentos por tu organismo y puede ayudar a prevenir muchas enfermedades crónicas. El estreñimiento puede aumentar las presiones intraabdominal e intratorácica, haciendo más difícil la respiración. Debemos comer de 20 a 30 gramos de fibra todos los días en granos integrales, frutas, vegetales y frijoles. Si padeces gas y distensión, entre los alimentos bajos en FODMAP y ricos en fibra se encuentran avena, salvado de avena,  arroz integral,  salvado de arroz, semillas de chía, semillas de linaza, fresas, moras azules, naranjas, espinacas y quinoa.

Enfermedad del reflujo gastroesofágico (GERD por sus siglas en inglés)

En muchas ocasiones las personas con una enfermedad respiratoria también padecen otra condición llamada enfermedad del reflujo gastroesofágico (GERD).  Muchas de ellas no saben que la padecen (reflujo silencioso), pero esta enfermedad puede ocasionar, desencadenar o empeorar su problema respiratorio (y viceversa). Con frecuencia, una vez que se detecta y se trata, mejora también la condición respiratoria de los pacientes.

La enfermedad del reflujo gastroesofágico se presenta cuando sube ácido del estómago a través del esfínter esofágico inferior, dañando el esófago, la garganta y tal vez las vías respiratorias y los pulmones. Si bien el síntoma más común del reflujo ácido es la acidez, puede ocasionar también dolor de garganta, un sabor amargo en la garganta y la boca, molestia en el pecho (no cardíaca) y dolor abdominal, así como muchos síntomas “respiratorios” como tos, respiración sibilante y falta de aire.

Se desconoce la causa exacta del reflujo ácido y de la enfermedad del reflujo gastroesofágico, pero existen varios factores que contribuyen a o exacerban el problema, incluidos la obesidad, la dieta (particularmente alimentos fritos, grasos, picantes y ácidos como los cítricos y tomates), bebidas con cafeína y saborizantes de chocolate y menta.  Beber alcohol o fumar cigarrillos también puede agravar el problema, así como ciertos medicamentos incluidos antihistamínicos, bloqueadores del canal de calcio, nitratos y teofilina, utilizados algunas veces para tratar enfermedades pulmonares.  Consumir alimentos vastos o justo antes de acostarse para dormir también puede provocar esta enfermedad.  Por último, la misma puede ser resultado de otros padecimientos médicos como hernia hiatal, embarazo, aumento rápido de peso y diabetes, en particular.

Entre los cambios de vida que pueden hacer las personas que padecen la enfermad del reflujo gastroesofágico se encuentran bajar de peso, cambios en su dieta (por ejemplo: evitar consumir los desencadenantes conocidos, comer porciones más pequeñas y más frecuentes, no comer ni beber poco antes de irse a acostar).  Asimismo, se recomienda dejar de fumar y consumir alcohol.

Elevar la parte superior de la cama de 6 a 12 pulgadas (o dormir con una cuña para dormir) puede ayudar a reducir los síntomas.  Existen también opciones farmacéuticas y quirúrgicas, pero van más allá del alcance de este texto y deben consultarse con tu médico.

Suplementos Nutricionales

Primero, y ante todo, es importante comprender que las vitaminas y los minerales se aprovechan mejor si los consumes a través de una dieta sana, balanceada.  Asegúrate de comer alimentos ricos en antioxidantes como la vitamina C (pimiento rojo, pimiento verde, papaya, fresas, broccoli, naranjas y melón), vitamina E (semillas de girasol, almendras, avellanas), selenio (nueces de Brasil, atún, sardinas, salmón, semillas de girasol) y carotenoides (zanahorias, camotes, pimientos rojos, espinacas, melón, col rizada, acelgas, mangos y calabaza moscada).

Si te es difícil obtener todas tus vitaminas a través de los alimentos, tal vez desees un seguro adicional.  Selecciona un multivitamínico completo apropiado para tu edad que contenga el 100% de lo que necesites, pero no más y tómalo ya sea una vez al día o cada tercer día.  Evita las vitaminas MEGA como algo demasiado bueno que terminará ya sea en la taza del escusado como orina muy cara o, peor, que te hará daño.  Habla con tu médico o nutriólogo sobre el tipo y la dosis correctos de suplementos para ti.

Como mencionamos, el calcio, la vitamina D y el magnesio son importantes para la salud de los huesos, especialmente si tienes un riesgo mayor de padecer osteoporosis o si has tomado esteroides.  Repito, no tomes más de la dosis diaria recomendada y cuando tomes un suplemento de calcio, asegúrate de que contenga también vitamina D y magnesio.  Si tu nivel de vitamina D es bajo (¡que lo revisen!), puedes tomar un suplemento de vitamina D3.

Por último, un suplemento de aceite de pescado omega-3 de alta calidad tiene beneficios debido a sus propiedades cardioprotectoras y antiinflamatorias en general.  Elige un suplemento de aceite de pescado que contenga una buena dosis tanto de ácido eicosapentaenoico (EPA por sus siglas en inglés) como ácido docosahexaenoico (DHA por sus siglas en inglés).  No te dejes engañar por suplementos que presumen tener 1000 mg de aceite de pescado; necesitas estar seguro de que contenga los aceites DHA y EPA reales ya que algunas veces se incluyen otros aceites en los 1000 mg de “aceite de pescado”.  Compara etiquetas y selecciona suplementos con un contenido alto de estos dos aceites grasos que hacen bien.

En el caso de remedios herbales y homeopáticos sugiero, y lo subrayo, que los evalúes cuidadosamente caso por caso con tu médico, nutriólogo o farmacéutico, especialmente porque pueden afectar tu condición médica y tus medicamentos.

Ahora, veamos otra vez la cena italiana que describimos en nuestro ejemplo anterior y examinemos cada componente y su efecto en la respiración.  Primero y lo más importante, contiene muchos carbohidratos, así que durante las siguientes horas tu cuerpo estará trabajando más para eliminar el exceso de CO2 producido.

Entradas:  cóctel de camarones y calamares fritos

Este paciente comió dos entradas.  Con todo, a primera vista, el cóctel de camarones no fue una elección terrible (a menos, por supuesto, de que seas alérgico a los camarones).  Los camarones tienen un contenido alto de proteínas y bajo de carbohidratos y grasa.

Después, él y su esposa “compartieron” una orden de calamares fritos. Ahora bien, no sé tú, y por supuesto que no deseo suponer, pero cuando las personas dicen que comparten una entrada, la persona con la cual comparten come sólo tres calamares y el otro come el resto (levanta la mano, avergonzado).

Los calamares son fritos, lo que les da un contenido alto en grasa saturada y calorías, y la mayoría de las personas comen calamares en un mar de salsa de tomate (detalles al respecto más adelante).  Podría haber sido una mejor elección olvidarse de la segunda entrada u optar por una ensalada verde con un aderezo de vinagreta.

 

Pan:  pan italiano con aceite de oliva 

La mayor parte del pan italiano que se sirve en los restaurantes está elaborado con harina blanca (blanqueada).  Como resultado, se elimina el valor nutritivo que podrías obtener de un grano o trigo integral. Además, el pan consiste principalmente en carbohidratos, que pueden aumentar la producción de dióxido de carbono, ocasionando o aumentando la falta de aire.  El aceite de oliva es un ejemplo de una grasa monoinsaturada (sana para el corazón), por lo qué si tu objetivo es subir de peso, adelante.  Sin embargo, si tu meta es bajar de peso, entonces a 9 calorías por gramo, el aceite de oliva no es la mejor opción, por lo que debes de tener cuidado con el tamaño de la porción.  Una mejor opción sería pedir pan de trigo integral o evitar el pan por completo.

Platillo Principal:  Pollo Parmesano

El pollo es una mejor selección que la carne de res o ternera.   No obstante, una vez empanizado y frito, ya es mucho menos sano.  Añádele salsa de tomate y queso, y podrías elegir algo mucho mejor, como pollo o pescado a la parrilla (por ejemplo, robalo, salmón).

Guarnición:  Linguini con Salsa de Tomate

Repito, la pasta blanca (blanqueada) tiene una carga elevada de carbohidratos con muy pocos beneficios nutritivos, lo que aumenta la producción de dióxido de carbono (falta de aire).  No sé dónde vivas, pero la mayoría de los restaurantes en la ciudad de Nueva York sirven una libra de pasta por porción, mucho más de la porción recomendada.  La pasta de trigo integral tiene más nutrientes que la que está blanqueada.  Si padeces la enfermedad del reflujo gastroesofágico, el ácido en la salsa de tomate definitivamente te ocasionará problemas.  Una mejor opción hubiera sido una guarnición de espinacas salteadas en aceite de oliva.

Postre:  Tiramisú 

El Tiramisú tiene un alto contenido de calorías, grasa saturada y azúcar.  Pero, seamos honestos.  Es super delicioso también.  Come postres como este sólo de vez en cuando, y si necesitas comerlo, comparte con alguien.  Una mejor opción hubiera sido un tazón de moras mixtas (sin la crema batida).

Alcohol: 2 escoceses con soda

Además de deprimir el sistema nervioso central (p. ej. obstruye tu respiración), el alcohol también afecta de manera negativa cómo metabolizas el alimento. Las burbujas en la soda llenarán espacio en tu estómago, aumentando las presiones intraabdominal e intratorácica y la resistencia contra el diafragma, lo que hará más difícil respirar.  Una mejor opción hubiera sido tomar sólo un trago y no ingerir las burbujas.

Cafeína: Capuchino

La cafeína estimula el sistema nervioso central. Aumenta tu ritmo cardíaco, presión arterial y frecuencia respiratoria, lo que puede provocarte una falta de aire.  Una mejor opción hubiera sido un capuchino descafeinado o café con leche baja en grasa o desnatada.

Lo siento.  Prometo que mi objetivo no es que no disfrutas tus salidas, pero espero que por lo menos comprendas ahora el motivo por el cual no podías respirar bien después de una cena de cinco tiempos.

Veamos este escenario desde otro ángulo – las matemáticas.  Una persona promedio inhala aproximadamente 6 litros (6000 mililitros) de aire por minuto.  Cuando tu estómago estaba vacío, digamos que podías inhalar 500 mililitros de aire por respiración.  Para poder inhalar 6 litros de aire por minuto, hubieras tenido que respirar a razón de 12 respiraciones por minuto (500 x 12 = 6000).   Ahora bien, sentado en ese bello restaurante italiano con el estómago totalmente lleno, tal vez sólo puedas inhalar 250 mililitros por respiración, por lo que para poder inhalar tus 6 litros de aire, necesitarías 24 respiraciones por minuto (250 x 26 = 6000).  Y si realmente comiste en exceso, tal vez sólo estés inhalando 150 mililitros de aire por respiración.  Esto significaría 40 respiraciones por minuto (150 x 40 = 6000). En otras palabras, estás jadeando como un perro.

Por lo tanto, la próxima vez que no puedas comprender por qué es tan difícil respirar después de un alimento, recuerda este capítulo y que lo más probable es que la falta de aire que estás sintiendo se deba a una combinación de factores mecánicos (el diafragma no se puede contraer hacia abajo), químicos (producción mayor de dióxido de carbono) y emocionales (ansiedad mayor a medida que empeora tu respiración).

Sugerencias sobre cómo comer para los pacientes con enfermedades pulmonares

  • Evita alimentos vastos.  En lugar de 2 a 3 comidas grandes, come de 5 a 6 alimentos más pequeños al día.  En otras palabras, come con frecuencia (aproximadamente cada 2 a 4 horas, dependiendo de tus metas) pero en cantidades pequeñas para que los alimentos que comas no ocupen todo el espacio que tienes disponible para respirar.
  • Si tienes menor apetito o si deseas subir de peso, consume líquido al final de tu alimento en lugar de hacerlo antes o durante el mismo.
  • Si deseas bajar de peso, toma agua antes y durante tu alimento.
  • Durante el alimento, tómate tu tiempo y practica la respiración con los labios fruncidos.
  • Si sientes falta de aire, utiliza tu inhalador de rescate 15 minutos antes de comer.
  • Si utilizas oxígeno suplementario, tenlo puesto mientras comes.
  • Si tienes secreciones, despeja tus vías respiratorias antes de comer.
  • Escribe un diario de alimentos para monitorear el efecto de alimentos diferentes en tu respiración y niveles de vitalidad.
  • Pon atención mientras comes, no te distraigas.

Diario de Alimentos

Escribe todo lo que comes y bebes incluidos la hora, cuánto comiste y cómo te sentiste después.  Observa el efecto de los alimentos en tu falta de aire y niveles de vitalidad y anótalos en tu diario.   Detecta cómo reacciona tu cuerpo a alimentos diferentes en lo que se refiere a tipo, cantidad y horarios.  El tener un diario facilitará también a tu médico o nutriólogo comprender tus requerimientos y asesorarte más eficazmente.

En muchas ocasiones digo: “si deseas cambiar tu vida, tienes que cambiar tu vida”. Es decir, si deseas ver resultados significativos, tienes que hacer cambios significativos.  Los cambios que no requieren disciplina no conducirán a los cambios que deseas.  Un esfuerzo coordinado y un poco de fuerza de voluntad te ayudarán a encontrar y mantener un programa de nutrición acorde con tu estilo de vida y tus requerimientos de salud.

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